
Voy a comenzar este blog de la misma forma que comenzó otro, acá paso el link. Aunque mi visión no es la misma.
Así empieza el libro. La verdad es que después de una mueca de gracia malintencionada me queda una pregunta flotando en el aire. ¿Quienes? Las clases acomodadas o el pueblo llano (llamado en estas épocas de elecciones soberano). Según Aguinis, el país del que habla es el de los primeros constituyentes inspirados por Alberdi. Y es ahí donde le encuentro respuesta a mi pregunta:
-¡Está hablando de los acomodados!-grito eufórico, con un eureka que se atora en mis cuerdas bocales.
Y es acá donde me pongo serio. Si hay un mito que ronda este país, un mito grande cómo la patria es ese de: "Acá eramos un país rico", "Este era el granero del mundo", "Aguinis es escritor", etc. Verdades tan verdaderas cómo cualquier mito de barrio. "Que Aguinis escribe bien", "que si decís tres veces Marcos frente al libro, él se materializa y te cuenta un cuentito para que te duermas contento y feliz", "Que la Argentina no termina en la general paz, acaba en Corrientes y Pueyrredon". Pero son leyendas urbanas, nada más. La Argentina de finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX tenía una taza de mortalidad infantil obsena, provincias del norte Argentino dejadas al amparo de las limosnas que recibían del puerto de Buenos Aires, analfabetismo generalizado, barbarie.
Pero claro, Aguinis sabe a quien le escribe: gente que cree que las AFJP eran entidades de bien social, que se alimentan de los noticieros para hacer el recuento de muertos del día antes de trabar todas las puertas, que son capaces de armar escándalo dentro de una librería porque no tienen mil ejemplares de nuevo libro de Cavallo junto a los quinientos de Ari Paluch, etc.
Marcos, te propongo el comienzo de tu próximo panfleto. Se que no parece tan recoleto, pero no tengo tu prosa rococó.
Al menos parece un poco más sincero. Pero no te preocupes por hablar de las jubilaciones de privilegio (¿Quién dijo eso?), de la manipulación mediática, del empobrecimiento intelectual (Ya no del pueblo llano, sino de los intelectuales). Hacé lo mismo de siempre, habla mal del gobierno cuando no te dan trabajo y de los pobres cuando te afilías con algún candidato (Blanquito, bobo y neoliberal). Es eso o podés dedicarte a pedirle trabajo a los chicos de Loaded y empezar a criticar juegos de Play 3. Total a vos te saldría de taquito.
En definitiva, un libro escrito a las apuradas (Antes que mis amigos ganen las elecciones), con una tipografía tan grande que me hace doler la cabeza, parece que cada párrafo pasa por un altoparlante, que se lee rapidísimo por lo corto (Aunque para mí pudo economizar un poco más su prosa) y que al final (Si uno es una persona que utiliza la cabeza para pensar) tiene gusto a nada.
Fuimos ricos, cultos, educados y decentes. En unas cuantas décadas nos convertimos en pobres, mal educados y corruptos. ¡Geniales! La indignación me tritura el cerebro, la ansiedad me arde en las entrañas y enrojece todo el sistema nervioso. Acudo hoy al subgénero del panfleto -eléctrico, insolente, visceral- para decir lo que siento sin tener que poner notas al pie o marear con citas. Lo que quiero transmitir es tan fuerte y claro que debo escupirlo.
Así empieza el libro. La verdad es que después de una mueca de gracia malintencionada me queda una pregunta flotando en el aire. ¿Quienes? Las clases acomodadas o el pueblo llano (llamado en estas épocas de elecciones soberano). Según Aguinis, el país del que habla es el de los primeros constituyentes inspirados por Alberdi. Y es ahí donde le encuentro respuesta a mi pregunta:
-¡Está hablando de los acomodados!-grito eufórico, con un eureka que se atora en mis cuerdas bocales.
Y es acá donde me pongo serio. Si hay un mito que ronda este país, un mito grande cómo la patria es ese de: "Acá eramos un país rico", "Este era el granero del mundo", "Aguinis es escritor", etc. Verdades tan verdaderas cómo cualquier mito de barrio. "Que Aguinis escribe bien", "que si decís tres veces Marcos frente al libro, él se materializa y te cuenta un cuentito para que te duermas contento y feliz", "Que la Argentina no termina en la general paz, acaba en Corrientes y Pueyrredon". Pero son leyendas urbanas, nada más. La Argentina de finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX tenía una taza de mortalidad infantil obsena, provincias del norte Argentino dejadas al amparo de las limosnas que recibían del puerto de Buenos Aires, analfabetismo generalizado, barbarie.
Pero claro, Aguinis sabe a quien le escribe: gente que cree que las AFJP eran entidades de bien social, que se alimentan de los noticieros para hacer el recuento de muertos del día antes de trabar todas las puertas, que son capaces de armar escándalo dentro de una librería porque no tienen mil ejemplares de nuevo libro de Cavallo junto a los quinientos de Ari Paluch, etc.
Marcos, te propongo el comienzo de tu próximo panfleto. Se que no parece tan recoleto, pero no tengo tu prosa rococó.
La culpa la tienen los pobres por votar cómo votan. Ellos siempre votan para hacernos daño. Por eso nunca van a progresar; porque son cabezas, negros y vagos.
Al menos parece un poco más sincero. Pero no te preocupes por hablar de las jubilaciones de privilegio (¿Quién dijo eso?), de la manipulación mediática, del empobrecimiento intelectual (Ya no del pueblo llano, sino de los intelectuales). Hacé lo mismo de siempre, habla mal del gobierno cuando no te dan trabajo y de los pobres cuando te afilías con algún candidato (Blanquito, bobo y neoliberal). Es eso o podés dedicarte a pedirle trabajo a los chicos de Loaded y empezar a criticar juegos de Play 3. Total a vos te saldría de taquito.
En definitiva, un libro escrito a las apuradas (Antes que mis amigos ganen las elecciones), con una tipografía tan grande que me hace doler la cabeza, parece que cada párrafo pasa por un altoparlante, que se lee rapidísimo por lo corto (Aunque para mí pudo economizar un poco más su prosa) y que al final (Si uno es una persona que utiliza la cabeza para pensar) tiene gusto a nada.





